¿Cuándo fue la última vez que disfrutaste de un paseo por tu sitio favorito, te tomaste un té en esa cafetería que te gusta tanto o te tiraste en el suelo a jugar con tu/s hijo/a/s?¿Has visto a ese amigo/a que siempre te saca una sonrisa y que los problemas a su lado se vuelven castillos de arena?¿Hace cuanto que viste una puesta de sol, el amanecer o contemplaste las estrellas?¿Cuándo sacaste por última vez un rato para hacer eso que tanto te encanta?¿Qué estás esperando?
Muchas veces nos encontramos inmersos en una rutina de la que parece que no podemos salir. Es ahí, dentro de nuestra rutina, donde podemos darnos cuenta de todas esas pequeñas cosas y es entonces, cuando todo ese nuevo día cambia de significado. Me levanto en una cama, debajo de un techo, toco una palanca y sale agua, esa sonrisa de los peques por la mañana, el desayuno, notar los primeros rayos de sol en tu cara, esa mirada cómplice con alguien del trabajo, esa sonrisa de un desconocido cuando estaba haciendo el descanso y un largo etcétera de ejemplos por los que sentirse agradecido.
Se trata de prestar más atención a las pequeñas cosas, de mirar hacia arriba más de vez en cuando y darnos cuenta de todo lo que está pasando a nuestro alrededor, de pararnos y observar a ver qué te sorprende, de ver la vida más como un juego y no tomarnos tan en serio todo lo que nos pasa, de saber apreciar esos momentos de nuestra vida diaria así como también buscarlos más activamente.
Con el mindfulness o atención plena se logra una mayor conciencia de nosotros mismos y de lo que sucede a nuestro alrededor. Se es capaz de prestar mayor atención a lo que se está haciendo en este momento y con ello hallar el deleite de las pequeñas gran cosas.
¡Prepárate para usar tus nuevas lentes de ver el mundo que te rodea!