A veces menos es más.
Parar para observar.
Observar para darnos cuenta.
Darnos cuenta para elegir cambiar o no.
Elegir cambiar o no para sentirnos bien con lo que es ahora.
Hay días en que sin quererlo, se me ensancha el alma. No tengo que hacer nada, solo dejarme llevar. Me levanto ilusionado, motivado, afortunado y agradecido de la suerte que tengo que llegue ese día. Estoy simplemente contento por todo lo que tengo y lo que va a ocurrir. Un poco nervioso también.
Me reúno con gente que quiero y el simple hecho de estar con ellos ya me reconforta. Las conversaciones ya son lo de menos porque nos conocemos desde niños. Es la excusa que nos hace estar juntos, y que juntos seguimos creciendo. Todos tan diferentes pero tan iguales. Hay mucho amor, cada uno lo expresa a su manera, pero se respira por todos los costados.
Entre buena comida, paisaje con mucho encanto, abrazos, risas, copas y bailes hasta el anochecer, las horas han sacado sus alas y se han puesto a volar. Tan rápido que ya he llegado al destino. Y quiero más, me gustaría que nunca acabase. Por eso soy de los que se quedan hasta el final. Me cuesta soltar. Aunque cada vez lo voy haciendo mejor.
Días con mucho encanto, con mucha magia. Ayer fue uno de esos días.
∞ GRACIAS
«El andar tierras y comunicar con diversas gentes hace a los hombres discretos» Don Quijote de la Mancha
Hace una semana estuve pasando unos días en “mi pueblo”. Por las noches, la gente sale a la calle con las sillas y se juntan unos cuantos vecinos, hablan un rato y comentan lo poco o mucho que va pasando. Una de esas noches me senté con mis primas, mis tíos y otro vecino.
Hablando de lo bueno que es viajar, el vecino dijo un comentario que me llamó mucho la atención. “Lo bueno que es a abrirte a los desconocidos”. Y esto me hizo reflexionar. Cuando viajamos, nos abrimos, somos como esponjas y absorbemos de alguna manera todo lo que nos rodea. También, nos relacionamos con la gente que vamos conociendo de otra manera, estamos más abiertos a que nos ocurran cosas y también contamos más de nosotros mismos de lo que lo hacemos habitualmente. Así que me pregunté: ¿Y por qué no hacemos esto habitualmente en nuestra vida? ¿Por qué no nos abrimos a nuestro portero, al vecino, al panadero,…? A veces parece que somos zombis del día a día y ni nos planteamos el saber algo de esa otra persona con la que nos cruzamos a menudo.
Pues yo quería reivindicar esa actitud. La actitud estoy de vacaciones, estoy viajando, pero en tu día a día. El explorar tu entorno y las personas que forman parte de él. El sorprenderte con sus historias. El interesarte por saber más. El dar más de ti hacia los demás.
Aunque se acabe el verano, te invito a que viajes a diario. ¡Buen camino!
Ese hombre que veis (regular) en la foto es el Dr. Khammai Dhammasami, un monje budista que lleva a cabo sus enseñanzas e investigaciones principalmente en la universidad de Oxford.
Ayer estuve en una conferencia suya en Madrid sobre la adicción al pensamiento y me quedo entre otras muchas cosas con que…
1) En los colegios se enseña constantemente a pensar y lo que no se hace y es muy importante también, es enseñar a “no pensar”. Poco a poco va ocupando lugar en los colegios la educación emocional, la meditación/Mindfulness y otros espacios de reflexión y silencio en los que los estudiantes pueden hacerse más conscientes de ellos mismos y lo que les ocurre. Gran avance en mi opinión para el mundo educativo.
2) Reconocer nuestras emociones, pensamientos y percepciones como eso, no como realidades objetivas. Cuando nos identificamos con alguno de ellos, podemos entrar en un bucle del que luego puede ser difícil salir. Por ello es importante reconocer el comportamiento que sigue nuestra mente para que éstos no se vuelvan automáticos.
3) La práctica de la compasión y la alegría, con uno mismo y con los demás, para la transformación de los aspectos “negativos” en “positivos”. Cuando nuestra mirada hacia lo que nos ocurre u ocurre a los demás está impregnada de amor, la visión nos/se transforma.
Para terminar, me gustaría acabar con una de sus prácticas en la que había que imaginar un hecho del que nos sintamos orgullosos de nosotros mismos, también de un familiar y de un amigo, y que te impregnes de esa sensación.
Si te interesa el mindfulness, Nirakara organiza periódicamente los mindful encounters (son gratuitos), donde se trata este tema desde un punto de vista más científico.